No cabe la menor duda, que nuestro sistema tiene mucho para
seguir mejorando, pero nada debe descuidar el diálogo, y los valores republicanos.
No es momento de bajar los brazos. Los violentos,
corruptos y golpistas están al acecho, con su dedo índice apuntando a quienes piensan
distinto.
Ningún ciudadano de buena madre, puede estar desatento,
sabiendo que en el país hay Jueces partidarios defendiendo a políticos
deshonestos.
Hay muchos golpistas y violentos agazapados pretendiendo derribar a
un gobierno surgido democráticamente.
Soy un simple ciudadano, que quiere ver crecer a sus hijos en una Argentina prospera. Aún tengo mi esperanza puesta en los pocos jueces a-partidarios que quedan.
Me indigna pagar altos impuestos que apenas llegan a cubrir el alto
gasto público.
Sigo anhelando que mi país deje de tener una formación educativa de mediados del siglo XX para jóvenes del siglo
XXI.
Hace más de setenta años que los argentinos de bien somos estafados
por políticos mediocres que subestiman la inteligencia de sus ciudadanos.
Me harta que la Argentina tenga sindicalistas enriquecidos detrás del slogan de la “justicia social”, mientras los trabajadores se siguen empobreciendo.
Hoy más que nunca debemos cuidar a nuestro país, no
puede volver a caer en manos de delincuentes.
Mi mirada está puesta en un país distinto y a largo plazo, lejos de
cualquier mirada cortoplacista y miserable.
Me siento parte de ese grupo de argentinos responsables
preocupados por cuidar los valores éticos y principios republicanos.
Lamentablemente la Argentina sigue adoleciendo de madurez institucional, y nuevamente está
arriesgando la libertad que supimos recuperar el 30 de octubre de 1983, cuando
el Dr. Alfonsín, a través del voto, dejaba una dictadura asesina y la violencia de un cajón prendido fuego.
Mi responsabilidad como argentino, debe ser impedir a través de las urnas, que los violentos, corruptos y golpistas se lleven puestas las instituciones.
No podemos seguir tropezando con la misma piedra. Si esto nos vuelve a pasar, entonces no hemos aprendido nada. De Eduardo R. Consiglio Copyright ©
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